miércoles, 12 de septiembre de 2012

CONCHA BUIKA - MUJER DE LA TRIBU

REVISTA BACANAL - NRO. DE AGOSTO DE 2012



Por Aurelia Rich


ES, ANTE TODO, UNA MUJER INTENSA. UNA DIOSA AFRICANA DE VOZ SENSUAL Y DISPUESTA A TRANSGREDIR TODAS LAS CONVENCIONES EN MATERIA DE MÚSICA Y AMORES. FUSIONA EN SUS VENAS EL LATIDO SONORO DE SUS ANCESTROS Y EL LENGUAJE MUSICAL DE LA ESPAÑA MÁS HONDA. ES, COMPLEJA Y SIMPLEMENTE, BUIKA.


Le dicen la Perla Negra, y llega a Argentina – precisamente a las ciudades de Rosario (18 de agosto), Córdoba (el 20) y Buenos Aires (el 21 ) - para presentar su cd Mi Piel, con un repertorio en el que enredan sus raíces el flamenco, el jazz afrocubano, el bolero y el tango. Una colección de canciones que no escogió, sino que, jura, “me eligieron  a mí”. Ellas le enseñaron los conocimientos acerca del alma humana que transmite en esta entrevista telefónica antes de su gira.

- Todas tus canciones llevan un profundo sentimiento, ya sea el dolor por desamor o la celebración de la vida en forma de son cubano. ¿Desde dónde te conectás con tu música?

- Desde la conciencia de que existimos todos, de que estamos aquí, eso es lo que más me conecta con mi música. De todas maneras soy de decir que sé desde dónde canto, pero no sé desde dónde me escuchan los demás. Lo que a cada uno le llegue es personal.  Si al escuchar determinada música te sientes melancólico, preguntate por qué, yo no conozco tus secretos. Enamorarse es ir en camino hacia otra persona a través de ti. Desamor es volver a amarte a ti mismo en soledad, lo cual no encuentro que sea malo. Nos enseñaron que no es bueno, porque duele, pero parir también duele y es una de las mejores cosas del mundo. Las canciones ayudan a enfrentarte a tu propio dolor, sin juzgarte. La música no te juzga, hace que te reconozcas, te abre las puertas para que dejes de culpar a quien culpaste, sin que nadie sepa tu secreto.

RAÍCES

Su don para el canto le viene por linaje materno. Por eso lleva tatuados en el brazo izquierdo  -el del corazón- los nombres de su madre, sus hermanas, abuela y bisabuela, quienes huyeron de Guinea Ecuatorial a Mallorca, para empezar de nuevo, en lo material y en lo afectivo. Un exilio que también se sintió en la nueva música que se introdujo en su vida, y en el que encuentran  explicación sus sentidas versiones flamencas de “Volver” y ·Nostalgias”.

- Mi madre fue la que me inoculó el veneno del tango. Es que su propia historia es un tango. Cuando mi padre se marchó, ella escuchaba tangos para redimirse, para estar mejor. Así llegó a nuestra casa una cantidad de música tremenda. Me hizo escuchar a todos los grandes compositores latinos. Me gusta esa especie de pequeña solidaridad que hay con la elegancia dentro de la tristeza, y eso lo tiene el tango. De esa bella música aprendí que el dolor se puede digerir y transformar en poesía.

- Uno de los temas que más abordás es la experiencia, y en muchos casos el dolor, de ser mujer. 

- Creo que de lo que debemos apropiarnos las mujeres es de la libertad de poder ejercer. De lo que a cada una le gusta, y de lo que a todas nos gusta. Ser las primeras capaces de reconocer esa libertad, que no nos tiene que otorgar nadie, ¿entiendes lo que te quiero decir? Simplemente es  poder reconocerte y dejar de tener miedo de la soledad, que es nuestra compañía, que es el único lugar desde el que una mujer se puede construir sin el juicio de otros. Es una soledad maravillosa, fantástica. La mujer es un ser tan verdaderamente dotado en esta tierra, tan capacitado para tanto, que de lo único que tiene necesidad es de auto- reconocimiento.

LA CONEXIÓN IBÉRICA

Tal vez por su talento para hacer temblar las entrañas, Pedro Almodóvar pensó en Buika para engalanar con su voz a una de sus películas más dramáticas, La piel que habito, donde interpreta  “Por el Amor de Amar” (la versión en español de la susurrante balada carioca de José Toledo y Jean Manzon, éxito en los `60), y  “Se me hizo fácil”, del prócer musical mexicano Agustín Lara. Más allá de la película, Almodovar tuvo una importancia central en la carrera de la intérprete: fue suya la idea del homenaje a Chavela Vargas que Buika realizó junto al pianista cubano Chucho Valdés con su obra El último trago, y que la lanzó a la escena internacional. Otro amigo del mismo círculo fue el responsable del concepto de hacer música mundial, siempre con un pie en las propias raíces, que se convirtió en sello de la mallorquina: se trata de Javier Limón, también productor de Lágrimas negras, el boom de Bebo Valdés (padre de Chucho) y Diego el Cigala, que enamoró al mundo con su combinación de estilos.

- ¿Cuál es tu criterio para fusionar géneros?

- Es que yo no busco fusionar nada, simplemente ejerzo de mí misma. Mi papá fue un exiliado político que, en verdad, nunca sintió de corazón la democracia. La democracia es un ejercicio, entiendes, y él tuvo una pequeña división de criterio en la dictadura y se marchó. Yo nací en España, y mamá intentó criarme con una educación guineana. Mis amigas  me decían que yo era africana, y las primas y las familiares de África me decían que yo era española. Al final no sabes quién eres, y esa falta de identidad por momentos te pone un grillete en el corazón.

- Tu familia proviene de Guinea Ecuatorial, un país devastado por las dictaduras y la pobreza estructural. ¿Cuál es tu punto de vista sobre una posible salida de semejante opresión?

- Creo que a veces en vez de buscar salidas, hay que buscar nuevas entradas. Sin salir del lugar de donde uno nunca se ha marchado. Yo soy de la opinión de que a los dictadores los sostiene el pueblo. Y es debido a miedos muy arraigados en las personas, por inseguridades que van más allá de la identidad y los nacionalismos.

- Te definís como autodidacta y sos una compositora con marca propia, como bien lo demuestra tu hit Jodida pero contenta. ¿Se trata de un talento natural?

- Creo que siempre estamos aprendiendo de los demás y creo que a la vez aprendemos de nosotros a través de los demás. El hecho de que no hayas seguido el método establecido no significa que no estés estudiando. Creo que somos grandes estudiadores de los sentimientos, grandes estudiadores del color de las notas, grandes estudiadores de la manera de seguir. Porque de eso se trata, de seguir. De continuar haciendo que el milagro de seguir viviendo sea posible. Es la mayor universidad. Y allí estamos luchando todos y aprendiendo; todos siendo maestros de maestros y alumnos de alumnos, y maestros de alumnos y viceversa. Estudiarás en esta vida, de eso no te vas a librar nunca.

LA VUELTA A LA TRIBU

La vida personal de Concha Buika no es menos intensa que su repertorio. En una entrevista para el diario “El País” se presentó a sí misma como “bisexual, trifásica y tridimensional”, y confesó que  “un matrimonio a trío es lo más cómodo, coherente y emocionalmente divertido que he encontrado”. Su matrimonio de tres duró dos años y, cuando el terceto se desarmó, quedó en pareja con quien declara el amor de su vida, la cantante española África. Hoy quien marca sus pasos es su hijo Joel, de trece años; y de su experiencia en familias alternativas fue llegando a una visión aún más abarcativa del amor, y que la enlaza con sus admiradores de todo el mundo.

- Siempre he pensado que estamos rodeados de la tribu. En un momento tuve una ruptura profesional con mi manager y de un día para otro, por arte de magia, me quedé en la nada: no trabajé durante un año. Luego, todo ha vuelto con una fuerza muy tremenda. Yo siempre he pensado, como muchas personas, que la carrera de un artista estaba en manos de un manager, o de la disquera. Pero la carrera de un artista está en manos de la tribu. Siempre estuvo en manos de la tribu. Siempre estará en manos de la tribu. Y hasta que tú no te des cuenta de que tú formas parte de esa tribu, te sientes solo como artista. Es la tribu la que decide quién se queda, quién se marcha. Creo que mientras los tengas cerca, no te sientes solo y estás bien. Aprendí a escuchar a la tribu, y desde entonces siento que estoy más viva que nunca.

Y, como si hiciera falta (es la cuarta vez que viene al país), exclama jocosa: - ¡En Argentina tengo una tribu enorme!


viernes, 31 de agosto de 2012

LILA DOWNS - MUJER DE MUCHA FE

REVISTA BACANAL - NRO. DE JULIO DE 2012




Por Aurelia Rich

LA MÚSICA MEXICANA LLEGÓ A ARGENTINA PARA PRESENTAR PECADOS Y MILAGROS, UN DISCO CARGADO DE SIMBOLOS MÍSTICOS Y UNA BÚSQUEDA SONORA QUE LA LLEVA DE LAS RAÍCES AL PRESENTE, ENTRE RANCHERAS Y SINTETIZADORES, POR EL CAMINO DE LA FE. 
ANTES DE SUS SHOWS, ATENDIÓ A BACANAL POR TELEFONO, Y COMPARTIÓ LOS SECRETOS DE SU ALTAR PERSONAL.

En la compleja cosmogonía mexicana de la vida y la muerte, el exvoto o retablito completa el ciclo de la oración a vírgenes, santos y ánimas. Estos cuadros, con sus pequeñas escenas y relatos, son una constancia material del agradecimiento por el milagro recibido. Y si bien en las iglesias católicas que sirvieron de asentamiento a la colonización los retablos son de grandes dimensiones y encargados a los artistas solo por los ricos, el retablito latino es pequeño y accesible a cualquier persona. Y el agradecimiento no solo es por milagros de alto vuelo, sino también, por ejemplo, porque un marido no descubrió al amante en el placard.
Para el arte del cd que la trae de gira por Rosario, Córdoba y Ciudad de Buenos Aires a mediados de junio, Lila Downs convocó a un grupo de artistas para realizar cuadros inspirados en cada canción. Al llegar al tema final -Misa Oaxaqueña, un clásico al estilo de nuestra Misa criolla-  el texto que acompaña al óleo del artista Alfredo Vilchis deja a la luz un sentido central de la obra: “Doy gracias a la Virgen de Juquila con este retablo por concederme la dicha y la felicidad de encontrarme con mi hijo Benito Dxuladi en el año 2010 después de haber deseado ser madre por muchos años...” Dxuladi significa chocolate, y es nombre zapoteco elegido por Lila para el niño que adoptó hace dos años.

- ¿Concebiste el disco en su totalidad como un retablo en agradecimiento por tu hijo?
- Sí, en gran parte, porque me renueva la vida. Llega el momento en que dices “y bueno, qué estoy haciendo aquí, a qué vine a este mundo”. Creo que es muy bueno hacerse esa pregunta de vez en cuando, especialmente cuando encuentras un motivo para vivir. La fe es un misterio, en la forma como la expresamos los seres humanos. En México tenemos una visión muy particular, que no es purista, que es siempre renovante al alma, que siempre nos ofrece una salida. Creo que eso es lo que yo he encontrado en la obra visual de las pinturas y de las narrativas, porque son historias muy verdaderas en una parte, pero también un poco surreales. En México, en la última gira, hemos pasado el micrófono al público contando algún milagro y algún pecado, y es muy divertido de oír.


- Hay una omnipresencia femenina, plasmada sobre todo en la multitud de vírgenes que parecen católicas, pero vistas de cerca sincretizan mitos y épocas con bastante irreverencia. ¿De dónde surge tu conexión con estas santas?
- Hay muchas vírgenes en México, que tomaron el lugar de la Coatilcue, de la Tonantzin, de la Nueve Hierba, deidades prehispánicas que -en la etnia indígena de la que yo provengo, la mixteca-  dotaban de fuerza, de cosas buenas, de fertilidad, de maíz. Al mismo tiempo son castigadoras, pueden ser apasionadas y malas, son similares a las deidades hindúes que llevan dos caras. Hay una virgen muy famosa en mi región, de Oaxaca, la Juquila, que la estoy mirando en este momento (se ríe con complicidad)… y dice la gente que ella es muy sensible, que hay que andar con mucho cuidado, no se puede hablar mal o decir  por ejemplo (con voz de vecina criticona:) “viajé tanto para venir a ver esta imagen, y está chiquita, no me impresiona tanto”. Entonces hay un castigo (y vuelve a reirse de su propia actuación).

Hablando de milagros, desde hace más de veinte años, Lila comparte una dupla creativa con su marido y productor, Paul Cohen. De hecho, los grandes hits de la cantante, como La cumbia del mole, Perro Negro, Agua de Rosas o el reciente Zapata se queda, son un bien conyugal. En Pecados y Milagros hay seis temas compuestos en conjunto. Casi todas, canciones con aires gitanos, bailables, y una presencia tal vez excesiva -aunque siempre popular- del saxo, que también interpreta Cohen. Lila se describe como la disparadora del mecanismo de creación en conjunto.

- Pues yo comienzo con alguna idea. Por ejemplo, la canción dedicada a las mujeres que muelen maíz. Es que viene a raíz de que mi madre me dice “mira estas mujeres, van caminando por la calle con un tenate”, que es una especie de canasta en la cabeza, con una carga pesada de tortillas, que es el alimento básico de todos los mexicanos. Y me dice mi madre: “mira esas mujeres, qué chulas que están”. Y te pones a pensar, son personas que están al margen. Ahora que nos encontramos con bastantes problemas sociales, estas mujeres levantan a las familias mexicanas. Es como hacer un tributo a un símbolo.

- En tu trabajo y tu acción pública ponés la mirada sobre distintas formas de marginación social.
- Creo que eso lo tengo muy dentro de mí, porque mi madre viene de una comunidad muy humilde y muy accidentada. Es una región que se está volviendo muy desértica en algunas partes, y que también ha sufrido una negligencia con respecto a su valor cultural. Cuando yo crecía, quizás también porque era mitad yanqui y un poco mestiza, sentía ese rechazo hacia esa raíz indígena, y eso me molesta mucho. En un punto tú decides si vas a seguir contradiciéndote, o mejor ir por el otro camino, en donde encuentras la luz contigo misma, y digamos que sales del closet, como dicen en la comunidad gay (se ríe). Sales y ya. Y te aceptas como eres.

- En esta conexión con lo auténtico aparece la necesidad de recrear clásicos. En el disco retomás a mexicanos históricos José Alfredo Jiménez, Tomás Méndez  y Cuco Sánchez.  ¿Sos una mensajera de la música mexicana?
- La música ranchera fue mi primera influencia musical, y tuve que dar como la media vuelta en un círculo para entender porqué tenía que cantar yo esas canciones. Las dejé de cantar muchísimos años. Las cantaba en vivo, no me atrevía a grabarlas. Yo creo que la ranchera te la tienes que ganar, es muy profunda. Tiene que ver con la raíz, pero también con un nacionalismo muy potente, y eso es complejo, porque muchas veces no lo sientes tanto. Pero hay momentos en los que me echo unos mezcales, y yo creo que a todos nos sale ese cuero, esa piel que todos traemos por encima, que es un poco llorar por nuestro país, y también celebrarte por ser parte de la nación.

Volver a las raíces le trajo el éxito. Comenzó a sonar en los top ten más influyentes en 2006, con La Cantina, donde doce de quince temas eran rancheras y corridos tradicionales, como la máxima figura latina de la música fusión. Y sí… es una verdad: la world music da para todo, y no se salva ni Lila Downs. Así es como en este álbum, que está sin dudas entre lo mejor de su carrera, encuentra lugar un tema meloso, al mejor estilo Paloma San Basilio, como Solamente un día. Sin embargo, la versión de Tu cárcel, del romántico Marco Antonio Solís, combina crudeza y refinamiento en una voz sincera y un arreglo de guitarras que no solo la hace escuchable, sino realmente valiosa.

- ¿Cuánto permitís que te influyan los músicos con quienes elegís armar colaboraciones?
- En este disco tuvimos la oportunidad de trabajar con dos leyendas de la guitarra de México. Uno de ellos, por cierto, es argentino (se ríe), ¡muchos mexicanos no lo saben! Él se llama Juan Carlos Allende. Tu cárcel es su concepto. Y también está el maestro Miguel Peña, un señor de 80 años, que tocaba con Pedro Vargas, Lola Beltrán, Lucha Reyes. Últimamente han estado rolando con la Chavela Vargas, así nos conocimos. Y  también hemos podido fusionar los estilos, con algo electrónico, como en Zapata se queda, probando con los músicos en escenarios, en giras, y fueron cambiando mucho.

- Y para Pecadora, dejaste el hip hop a cargo de los Illya Kuryaki.
- Fue muy divertido. Los admiro mucho, me encantan por irreverentes y lo comenté a Sony, y dijeron “claro, podemos contactarte con ellos ahora mismo”. Hay un nexo muy grande con la Argentina; poder traducirlo musicalmente, pues qué bien.

- Tu primer álbum se llamó Ofrenda, y este último es pura religiosidad. ¿En qué tenés fe?
- En la mujer (se ríe mucho). Y pues tengo la fe en mis vírgenes, la Virgen de la Soledad, la Juquila y la Virgen Nacional, que es la patrona de México, la Virgen de Guadalupe...- Pero (dice, y se le quiebra la voz) también tengo mucha fe en México, y sé que... ay ay ay hasta me pongo emocionante... sé que salimos, que vamos a salir adelante de todo esto.

Amén, Lila Downs.


domingo, 20 de mayo de 2012

RYUICHI Y ALVA - EL SILENCIO PERFECTO




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18.05.2012

MÚSICA

El silencio perfecto

Recitales
Por Aurelia Rich
Hay días en que el silencio es tan amigable, que sólo es posible conjugarlo con música 
que no fomente los pensamientos. Ryuichi y Alva Noto tienen ese don.
Hace un año, grabaron su quinto proyecto en colaboración, de título Summvs, una combinación de las palabras latinas summa y versus, casi un koan en sí mismo, que invita a enlazar paradojas en formato sonoro: el todo y lo opuesto, la masividad del Oscar y la investigación minimal, el martilleo de un piano sutilmente humano y electrónicos artefactos con sonidos espaciales.
La puesta de esta gira que comenzó hace un año en Londres es simple: un piano de cola y, frente a él, una mesa con una computadora y muy pocos accesorios. De fondo, una pantalla alargada en la que Noto crea imágenes en tiempo real, a partir de diseños flexibles sobre los que improvisa efímeras formas visuales de los sonidos.
Sobre esta plataforma, la definición de ambient se revela. Los entornos sonoros de Summvs generan ondas sinusoidales entre estados de conciencia estelar – empezando por los nombres de los temas, que parecen inspirados en la flota de Star Treck – y armoniosas profundidades terrestres. Así, para el despegue de la noche, Alva Noto se envuelve en zumbidos, bits, breves irradiaciones de ruido blanco, frecuencias lúminicas en azul eléctrico, y Ryuichi responde haciendo caer cada nota de su piano como una gota de lluvia tibia en el barro.
Cada tema tiene un cierre redondo, y queda envuelta en un silencio perfecto, que deja suspendidas en el aire las manos de Sakamoto sobre el piano, y las de Noto sobre su equipo digital.
Laboratorio y taller
La pantalla, ahora con líneas blancas y pequeñas figuras geométricas que juegan sobre ellas, refleja los tonos metálicos, hasta latosos, que introduce el alemán, mientras reserva para sí la decisión de intervenir o no sobre cada emisión de Sakamoto. El japonés, por su parte, se propone una investigación de su instrumento, que utiliza como laboratorio y también como taller. Abre la tapa del piano y toca las teclas por dentro con la actitud de un cirujano, martilleando en busca del agudo perfecto, como si quisiera empujar el mismo límite sonoro que su compañero explora desde lo digital.
En otros paisajes, gana la hondura, lo interno, el origen que comienza a gestarse a partir de un piano resonante cual campana del Dharma. Hay ambiente de caverna, de estalacticas en formación. Es un origen que en lo musical tal vez esté expresado en el instrumento  que eligió Sakamoto para su grabación de la trilogía de temas que funcionan como eje de Summvs: Microon III y III. Se trata de un piano metamorfoseador en dieciseisavos octavos de tono – uno de los quince que hay en el mundo- creado alrededor de 1940 por Julián Carrillo, mexicano pionero de la música microtonal, quien materializó con su creación sonidos que hasta ese momento sólo podían ser considerados en abstracto.
Sin una palabra, llega un tema que es una concesión al público, que lo celebra. Sobre un fondo de constelaciones que forman rojas, orgánicas uniones atómicas, se entremezclan con sutileza los acordes de Forbidden Colours, la canción que ganó corazones –sobre todo gays- en aquella película de 1983 que conjugó los talentos de Sakamoto, Bowie, Oshima y Sylvian.
La otra perla de la noche, también rescatada en el tiempo, pero con dos reversiones en Summvs, fue By This River, de Eno, Roedelius y Moebius, un clásico del ambient que juega a la perfección con la línea precisa, minuciosa y elevada del concepto “S”.
A través de interferencias volcánicas y olas de arena fina, escalando agudos y enterrándose en graves, sin miedo a los extremos, el concierto fue llegando al final. El dúo regaló dos bises y una inclinación con las dos manos unidas. Su silencio perfecto quedó flotando en el ambiente.

LENINE EN EL GRAN REX

27.04.2012 | 





MÚSICA

El brasileño que vino del espacio exterior

Recitales
Por Aurelia Rich
Al levantarse el telón, lo primero que impacta es el hueco en el centro del escenario: falta la batería, y este detalle es todo un manifiesto. Si en el recital de 2008 sus guitarras electrificadas lograban que en el aire flotara un tufillo a bombachas húmedas, el pasado miércoles, en el Gran Rex, Lenine convocó a un público seducido por un presente bucólico y experimental, que lo encuentra durmiendo a su nieto en la tapa de Chão, el álbum que vino a presentar.
Mientras el aire comienza a moverse con los rítmicos acordes de Isso é só o começo (paradójicamente, el último tema del disco), va entrando la banda, que incluye a su hijo Bruno Giorgi, músico y productor enChão, y encargado del diseño sonoro (guitarras, bajo, efectos electrónicos, loops). Completa el trío Junior Tolstoi, guitarrista y pianista, rodeado de multitud de racks que manipula con originalidad para acompañar tanto los leves sonidos amazónicos como las avanzadas hasta el borde del desborde rockanrollero que componen el amplio paisaje sonoro de Lenine, con quien trabaja desde el año 2000.
A partir de esta introducción, en la primera parte del recital, Lenine respeta el orden de Chão, a la vez que su estructura: temas breves, con un diálogo entre lo búlico y lo urbano, hilvanados por ruidos y sonidos que tal vez no nos detenemos a registrar, pero que son una constante para el oído en el día a día, como el canto de un pájaro, el fregar de un lavarropas, el bullir de una pava o el tránsito de una avenida.
Así, los latidos de un corazón se suman a las guitarras y la respiración del cantante para hacer sonar Se Não For Amor Eu Cegue, una canción de sonidos pequeños que resuenan en sí mismos y así se amplifican. Sigue con Amor É Pra Quem Ama, la balada en que, literalmente, canta un pajarito, que se sumó a la orquesta durante la grabación del disco para acompañar el mensaje esencial mensaje de esta obra: “qualquer amor já é um pouquinho de saúde, um descanso na loucura”…
En este punto hace un stop y por primera vez se dirige a su público:"Buenas noches", pronuncia en un español modesto. El teatro celebra, y la energía da un giro hacia la batucada cuando entra una versión deA ponte, sostenida por bases y ritmos sampleados, que suman complejidad, y son la marca de un show que intenta ir más allá de lo cómodo.
A partir de aquí, una serie éxitos acumulados desde la década del ´90, con paradas especiales en temas de Olho de Peixe (Acredite ou Não, Leão do Norte), O Dia em que Faremos Contato (A ponte, Candeeiro encantado) y con versiones un toque más experimentales del álbum que fue su fábrica de hits, Na PressãoA rede, Jack Soul Brasileiro, Tubitupy, Rua da Passagem (Transito), Relampiano, Pacienca –en el bis- colmaron los anhelos auditivos de una platea que, sin dudas, le renovó a Lenine su voto positivo.
Entretejiendo pasado y presente, los temas de Chão - Uma cancão é só, De onde vem a canção, Tudo que me falta, O silencio das estrelas- se fueron colando para formar una trama que, aunque no haya sido fogosa, combinó jungla y metal en dosis justas.
Casi sin palabras (“Los que me conocen saben que no hablo para no perder tiempo y tocar más”, explicó), el cierre que redondeó el círculo fue con Isso é só o começo. Y así Lenine dejó los latidos de su corazón reverberando sobre Avenida Corrientes.

viernes, 4 de mayo de 2012

Mamitas *


Smoke marihuana… El consejo me lo daba una amiga que nos escuchaba llorar a mi bebé recién nacido y a mí desde la paz de su psicodélica montaña en California. En mi posición de madre primeriza y con el archivo “crianza” extraviado, lo acepté. En aquel momento yo todavía no tenía una relación con las plantas, y esperaba algún tipo de acción homeopática que haría que el bebé dejase de llorar. Jua jua.

Pero lo que pasó fue mucho mejor. En esos breves espacios a solas con la pipa podía recuperarme a mí misma en el torbellino de los primeros tiempos del bebé. En los años que siguieron, María fue “la” aliada para desentramar los hilos del condicionamiento en relación a la maternidad, en un encuentro cada vez más profundo y espontáneo con la madre que soy. A  mi hijo mayor, poderoso chamancito, le debo la elevación de todos mis chakras y, por si fuera poco, haberme hecho conocer la marihuana orgánica.

Fue tal aquella intensidad, que me tomé quince años para tener otro hijo. Esta vez, estaba preparada. Por empezar, tenía una bolsita de hermosas flores de skunk para usar con tres fines específicos. Uno, el mencionado cable de conexión interior para cuando se hiciera demasiado entre la demanda del bebé, la sensibilidad exaltada, no dormir, el cuerpo arrasado y dividido… ¡una caladita de aire, por favor!

En segundo lugar, intuía que iban a combinar muy bien con el estado de conciencia del parto, además de colaborar con los procesos del cuerpo. Al haber pasado por un parto anterior, estaba alerta a la violencia que rodea al nacimiento en las instituciones. Papito y yo estábamos decididos a parir en libertad y de manera amorosa, sin anestesia, ni episiotomía, ni monitoreo permanente. La obstetra nos propuso hacer el trabajo de parto con su partera en casa y llegar a una clínica amigable a punto de parir.

Es difícil transmitir la vivencia de un parto, pero la siguiente metáfora podría funcionar: el momento en que se desencadena es como el instante en que terminás de ingerir una sustancia (fuerte, bien fuerte) y te das cuenta de que entraste en un viaje del cual no vas a poder bajar, no sabés adónde vas ni tenés el control de lo que te envuelve. Y, como en todo viaje psicoactivo, se va a presentar la muerte, y habrá que atravesarla entregándose sin resistencias al proceso. Y al dolor. Y al miedo.

¿Por qué hay exceso de cesáreas? Por este tremendo miedo. El de las propias mujeres y el de una sociedad que no nos acompaña.

Yo con María nada tengo que temer, me dije, y encendí la primera pipa a las siete de la mañana de aquel día de verano, cuando empezó el trabajo de parto. Me había sentado a leer en internet sobre contracciones, y lo primero que hizo María fue retirar con delicadeza mi atención de la computadora y llevarla a mi cuerpo. Ah, gracias...

Era una mañana de sol radiante y silencio dominguero. Subí a la terraza con mi cuaderno y la segunda pipa. La fumé recostada en la reposera, en el centro del rectángulo de macetas, y enseguida entré en estado expandido. El cosquilleo uterino ya empezaba a tomar ritmo e intensidad. Era la despedida del bebé dentro de  mí. Él estaba a punto de atravesar los mundos, usando como nave mi propio cuerpo. Las contracciones eran pinzas descorriendo los velos del útero y de las dimensiones. Mi conciencia estaba enfocada en detectar las tensiones innecesarias y, una vez reconocidas, soltarlas; y esa fue la clave para pilotear el viaje. Incorporada esta información, agradecí a María y a la Pachamama, y ya estaba lista. Era hora de despertar a papito y dar el salto de a tres.

El trabajo en casa fue llevadero, el dolor realmente intenso fue a último momento. Pareció eterno, pensé que no lo iba a resistir, pero según el reloj fue media hora. Llegamos a la clínica a las cinco de la tarde con dilatación completa. A los veinte minutos, en posición de cuclillas, un pujo sostenido, ¡y el pequeño cacique se manifestó! El universo se detuvo. Nuestros corazones se iluminaron. El dolor cesó de golpe. Atravesado el miedo, sólo quedaban la belleza y el Amor.

Y en esta etapa, cuando la única psicodelia posible es colgarse eligiendo pañales en el colorido estante del súper, al menos puedo activar la tercera tecla de María, la que abre las puertas de mi núcleo femenino -porque la cuarentena no es sólo física- para salir a jugar a los mimos con papito. Por ejemplo ahora, que el pequeño cacique se durmió.

 * Publicado en la revista THC